La Gracia de Dios
en el Antiguo Testamento
por
Fred R. Coulter
www.iglesiadedioscristianaybiblica.org
Nota: Todas las Escrituras han sido traducidas de The Holy Bible In Its Original Order (La Santa Biblia en Su orden Original), primera edición.
Dios ha revelado Su amor y gracia por la humanidad desde el principio. Contrario a la vista de las teologías ortodoxa y moderna, ¡Dios es manifestado a través del Antiguo Testamento como un Dios de AMOR Y MISERICORDIA!
Entendamos la característica más básica de la naturaleza de Dios. Primero que todo, DIOS ES AMOR. Todo lo que Dios hace fluye de Su amor. Cuando Dios otorga Su GRACIA, así mismo es arraigado y fluye de Su amor. ¡Cuando Él extiende misericordia y perdón, favor y bendición, bondad y paciencia, es por SU GRACIA!
En el Antiguo Testamento hay una palabra básica hebrea que ha sido traducida como “gracia.” Esa palabra es chen, la cual es pronunciada khane. Esa palabra viene de la palabra chanan (pronunciado khawnan), que significa “gracia, favor, buena voluntad, bondad y agradable.” La forma adjetiva de c/zen es channuwn (pronunciado khannoon), que significa “graciable.” La palabra de raíz hebrea khanan significa “graciable, favorable, estar inclinado favorablemente, tener lástima, ser compasivo, hacer aceptable.” También puede significar “doblarse o inclinarse en bondad con algo inferior, ser movido a favorecer por una petición o requerimiento, mostrar favor, otorgar o favorecer o graciablemente mostrar misericordia y compasión” (Gesenius’ Hebrew and Chaldee Lexicon), [”Léxico Hebreo y Caldeo de Gesenio”].
Examinemos la descripción de la creación en el primer capítulo de Génesis para entender cómo la gracia de Dios fue revelada desde el principio.
La gracia de Dios revelada desde la creación
Después que Dios había creado los cielos y la tierra, Él “vio todo lo que El había hecho, y ciertamente, era EXTREMADAMENTE BUENO.” (Génesis 1:31). La palabra bueno es traducido del hebreo tolby, que significa hermoso, generoso, alegre, fino, bueno, GRACIABLE; su significado secundario es “gozo, amor, misericordia, agradable, placentero, prosperidad, riqueza, bien o bien favorecido” (Léxico Hebreo y Caldeo de Gesenio). Cuando Dios miró todo lo que había hecho, vio que todo era muy bueno. ¡Era una BENDICIÓN! Visto a través de los ojos de Dios, Su propia creación era una manifestación de SU AMOR y de SU GRACIA.
Para que entendamos completamente que toda la creación fue una expresión del amor y gracia de Dios, necesitamos examinar el registro Bíblico de la creación de Adán y Eva. Las propias palabras de Dios revelan Su amor y gracia: “Y Dios dijo, ‘Hagamos al hombre en Nuestra imagen, según Nuestra semejanza; y tenga dominio sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo y sobre el ganado y sobre toda la tierra y sobre cada cosa rastrera que se arrastra sobre la tierra.’ Y Dios creó al hombre en Su propia imagen, en la imagen de Dios El lo creó. El los creó hombre y mujer” (Génesis 1:26-27).
De todas las creaciones de Dios, solamente la humanidad fue hecha a la imagen y semejanza de Dios. Esta bendición, la cual fue generosamente otorgada sobre la humanidad, es una expresión profunda del supremo amor y gracia de Dios. Para demostrar aun más Su amor, cuando el Señor Dios hizo a Adán y Eva, Él personalmente los formó con Sus propias manos. Este hecho revela que el Señor Dios tuvo la intención desde el mismo principio de tener una relación personal e íntima con ellos.
Ninguna otra criatura fue formada por las manos de Dios. Todas las otras cosas creadas y seres fueron traídos a la existencia por la palabra de Su mandato, a través del poder de Su Espíritu Santo. “Envías Tu Espíritu, ellos son creados…” (Salmo 104:30). Sobre la creación de los cielos, las Escrituras revelan: “Por la Palabra de SEÑOR fueron los cielos hechos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca” (Salmo 33:6). De nuevo las Escrituras confirman, “¡Oh alaben al SEÑOR! Oh alaben al SEÑOR desde los cielos; alábenlo en las alturas. Alábenlo, todos Sus ángeles; alábenlo, todos Sus ejércitos. Alábenlo, sol y luna; alábenlo, todas ustedes estrellas de luz. Alábenlo, ustedes cielos de cielos, y aguas que están arriba de los cielos. Alaben el nombre del SEÑOR, porque El ordenó y fueron creados.” (Salmo 148:1-5).
Sin embargo, en el relato de la creación del hombre, note lo que las Escrituras registran para nosotros: “Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y respiró en sus fosas nasales el aliento de vida; y el hombre se convirtió en un ser vivo” (Génesis 2:7).
El mismo hecho del Señor Dios soplando el aliento de vida en el hombre revela la relación íntima que Dios deseaba tener con la humanidad. Cuando Dios respiró el aliento de vida en Adán, Dios también le dio una esencia espiritual especial, llamada “espíritu en el hombre” (Job 32:8; 33:4; Zacarías 12:1; I Corintios 2:9-11), dándole la habilidad única de pensar y razonar, por consiguiente adquirir conocimiento y tomar decisiones basadas en ese conocimiento. Al mismo tiempo, Dios también implantó en la mente de Adán un lenguaje totalmente funcional para que pudiera comunicarse con Su Creador.
Más aún, para mostrar la cercana relación personal de amor que Dios quería que el hombre y la mujer tuviesen como esposo y esposa, Él personalmente formó a Eva de una de las costillas de Adán. “Y el SEÑOR Dios dijo, ‘No es bueno que el hombre esté solo. Haré un ayudante compatible… [una contraparte, totalmente compatible y complementaria en toda forma]… para él’... Y el SEÑOR Dios hizo caer un profundo sueño sobre Adán, y él durmió. Y El tomó una de sus costillas, y después cerró la carne por debajo. Luego el SEÑOR Dios hizo de la costilla (la cual había sacado del hombre) una mujer, y la trajo al hombre. Y Adán dijo, ‘Esta es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne. Será llamada Varona porque fue sacada del Varón.’ ” (Génesis 2:18, 21-23). En la misma forma que el Señor Dios había respirado en Adán el aliento de vida, Él también respiró el aliento de vida en Eva y le dio a ella el espíritu del hombre y un lenguaje totalmente funcional.
De todas las criaturas vivientes que el Señor Dios había hecho, solamente el hombre y la mujer fueron creados para dar y recibir amor en una manera íntima y personal. Ninguno de los otros seres creados fueron hechos para dar y recibir amor sexual cara a cara. Esa bendición fue reservada solamente para la humanidad. A través del proceso de procreación, todos los seres humanos son bendecidos con la capacidad física, mental, emocional y espiritual de dar y recibir amor. Aún más grande, solamente la humanidad fue creada para tener una relación personal, espiritual y amorosa con el Dios Creador. Esta bendición especial de amor y gracia no fue extendida a ningún otro ser que el Señor Dios había hecho. ¡Solamente el hombre fue creado en la imagen de Dios para el propósito increíble de compartir el poder, la inmortalidad y gloria de Dios!
Miles de años después, la verdad Bíblica divinamente ordenada del potencial del hombre fue proclamado por David, rey de Israel, quién era un hombre conforme al corazón de Dios. Él adoraba a Dios por Su creación magnífica, y en particular por la creación de la humanidad. Él escribió en uno de sus muchos Salmos, “¡O SEÑOR nuestro Señor, cuan excelente es Tu nombre en toda la tierra! ¡Has colocado tu gloria sobre los cielos!..... Cuando considero Tus cielos, el trabajo de Tus dedos, la luna y las estrellas las cuales has dispuesto, ¿Qué es el hombre que estás atento de él, y el hijo de hombre que cuidas de él? Porque lo has hecho un poco menor que Dios y lo has coronado con gloria y honor. Lo hiciste tener dominio sobre las obras de Tus manos; has puesto todas las cosas bajo sus pies” (Salmo 8:1-6).
¡PIENSE EN ESTO! Adán y Eva, los progenitores de toda la humanidad, fueron hechos en la imagen y semejanza del Dios Todopoderoso, con el potencial de llegar a ser como Él en toda forma. ¡Este increíble potencial es la BENDICIÓN MAS GRANDE y expresión de Su AMOR y GRACIA que Dios puede dar sobre la obra de Sus manos! Cuando verdaderamente entendemos este hecho, nuestro amor por Dios y apreciación por Su gracia crece más y más.
Además del graciable y amoroso acto de Dios creándolos a Su imagen, Dios expresó aún más Su amor y bondad bendiciendo a Adán y Eva. “Y Dios los BENDIJO. Y Dios les dijo, ‘Sean fructíferos y multiplíquense, y llenen la tierra, y domínenla; y tengan dominio sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo y sobre cada cosa viva que se mueve sobre la tierra.’ ” (Génesis 1:28).
¡Qué bendición de amor y gracia que Dios les dio a Adán y Eva! Ellos podían crear y producir hijos hechos en su propia imagen a través del acto maravilloso e íntimo del amor. Además, Dios le dio a toda la humanidad, empezando con Adán y Eva, dominio sobre toda la tierra. Dios en Su graciable bondad creó todo el mundo, y todo lo que está en él, como un regalo para la humanidad. Un regalo también puede ser llamado una gracia, porque es dado libremente.
Adán y Eva empezaron bajo la gracia
El registro Bíblico de la creación deja claro que la humanidad fue creada en un estado de gracia. Desde el principio, Dios puso a Adán y Eva en una condición física y espiritual de gracia y bendición por el acto de la creación y por Su presencia personal con ellos. Para ayudarlos a mantener este estado personal de gracia y para asegurarse que ellos siempre conocerían a su Creador y serían capaces de tener compañerismo con el Señor Dios, en Su presencia personal, Él específicamente creó y santificó el séptimo día como un día perpetuo para descansar y tener compañerismo con Él.
El Séptimo día Sábado semanal es más que un memorial de la creación de Dios. Desde el principio, Dios bendijo y santificó el séptimo día como el día de Reposo, como un acto de bondad para toda la humanidad, para que la humanidad pudiera tener compañerismo con Él como Creador. “Y para el comienzo del séptimo día Dios terminó Su obra la cual El había hecho. Y descansó en el séptimo día de toda Su obra la cual había hecho. Y Dios bendijo el séptimo día y lo santificó porque en este El descansó de toda Su obra la cual Dios había creado y hecho.” (Génesis 2: 2-3).
Dios creó y santificó el Séptimo día Sábado específicamente para la humanidad. Jesucristo, Quien fue el Señor Dios de la creación, dejó este hecho absolutamente claro cuando declaró que Él y Él solamente era Señor del día de Reposo. Él declaró, “El Sábado fue hecho para el hombre [la humanidad], y no el hombre para el Reposo; por tanto, el Hijo de hombre es SEÑOR INCLUSO DEL REPOSO.” (Marcos 2:27-28).
Cuando entendemos la observancia del primer Sábado a la luz de otras escrituras, podemos aprender mucho acerca de la gracia de Dios. El registro Bíblico en Génesis 3 revela que Adán y Eva fueron enseñados personalmente por Dios. Ellos vieron a Dios cara a cara, ellos hablaron con Dios y caminaron con Dios—antes que ellos pecaran. Muy seguramente Dios personalmente descansó y guardó el mismo primer día Sábado con Adán y Eva. Ellos guardaron ese primer día Sábado con Dios en un estado perfecto de gracia en Su presencia. No puede haber duda de que Dios los había instruido en aquel primer día de Reposo. ¡Que día maravilloso tuvo que haber sido aquel primer día de Reposo! ¡No podría haber gracia más grande que estar en la presencia y ser enseñado por el Señor Dios—el Creador de ellos!
Las Escrituras no nos dicen cuánto tiempo tomó después de su creación y hasta que Adán y Eva pecaron. Pero hasta que ellos pecaron, indudablemente guardaron el Séptimo día Sábado en la presencia del Señor Dios, su Creador.
Las Escrituras dejan claro que la creación del Séptimo día Sábado fue una expresión externa de la gracia amorosa de Dios hacia la humanidad. Porque Dios desea otorgar Su amor y gracia sobre nosotros, ha ordenado que guardemos Su Sábado descansando cada séptimo día para que podamos ser instruidos en Su Palabra y podamos tener compañerismo con Él. Aquellos que totalmente entienden el propósito del Séptimo día Sábado saben que guardar el Sábado es un reconocimiento del amor y gracia de Dios, no simplemente el cumplimiento de un mandamiento o ley.
Dios ha dado libre elección—Agencia de libre moral
Dios aún más reveló Su amor y gracia hacia Adán y Eva creando un paraíso en el cual ellos vivieran. Fue llamado el Jardín del Edén. Dios proveyó todo para ellos. “Y el SEÑOR Dios plantó un jardín hacia el oriente en Edén; y allí puso al hombre a quien El había formado. Y de la tierra el SEÑOR Dios hizo crecer todo árbol que es agradable a la vista y bueno para comida. El árbol de vida también estaba en la mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal” (Génesis 2:8-9).
Después de poner a Adán en el jardín, Dios lo instruyó y colocó delante de él elecciones. “Y el SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para cultivarlo y mantenerlo. Y el SEÑOR Dios mandó al hombre, diciendo, ‘Puedes libremente comer de todo árbol en el jardín, pero no comerás del árbol del conocimiento del bien y el mal, porque en el día que comas de el, al morir ciertamente morirás.’ ” (Génesis 2:15-17).
Por la creación del árbol de vida en el Jardín del Edén, Dios reveló que aún una gracia más grande estaba disponible para Adán y Eva. La verdad Bíblica es que la vida eterna, simbolizada por el árbol de vida, es el último destino de la humanidad. Es para éste propósito que Dios creó a Adán y Eva en el principio. Cuando Dios los puso en el Jardín del Edén, Él les dio acceso libre al árbol de vida. Si ellos hubiesen comido de ese árbol, Dios les habría revelado el camino a la salvación espiritual y vida eterna. La Palabra de Dios revela que la salvación espiritual y la vida eterna son los actos supremos del amor y gracia de Dios hacia la humanidad.
Sin embargo, Dios no obliga Su salvación sobre la humanidad. El Señor Dios creó a Adán y Eva como agentes de libre moral y les dio el poder de elegir independientemente. A cada ser humano le ha sido dada esa capacidad de escoger. Dios ha ordenado que debemos ESCOGER amar, servir y obedecer a nuestro Creador. En el principio, Dios deseaba que Adán y Eva escogieran Su camino, el cual los llevaría a la vida eterna, como estaba simbolizado por el árbol de vida. Pero Dios no los forzó a escoger servir y obedecerle, ni tampoco Él restringió su elección, de otra forma no existiría la agencia de libre moral.
Para qué Adán y Eva pudiesen ejercitar su agencia de libre moral haciendo elecciones independientes, Dios también puso en el Jardín del Edén el árbol del conocimiento del bien y el mal. Este árbol simbolizaba el camino del hombre apartado de Dios, bajo la influencia de Satanás el diablo, el cual lleva a muerte eterna. Pero Dios ordenó a Adán y Eva NO comer del árbol del conocimiento del bien y el mal.
Estas eran las dos opciones que Dios puso delante de Adán y Eva. ELLOS TENÍAN QUE ESCOGER entre: 1) El camino de vida de Dios, simbolizado por el árbol de vida, resultando en vida eterna; y 2) Su propio camino de vida, simbolizado por el árbol del conocimiento del bien y del mal—separado de Dios, removido de Su gracia, bajo la influencia de Satanás el diablo—resultando en muerte eterna.
Aunque Dios les había específicamente ordenado no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, Adán y Eva voluntariamente escogieron comer de él. Cuando comieron de aquel árbol, siguiendo a Satanás y rechazando el camino de vida de Dios, se separaron de Dios y de Sus bendiciones, y perdieron su estado original de gracia. Como resultado, perdieron su derecho al árbol de vida. ¡A través de su desobediencia, Adán y Eva trajeron al mundo pecado, miseria y muerte! Maldiciones vinieron en vez de bendiciones, odio en vez de amor, juicio en vez de gracia, pena en vez de gozo, guerra en vez de paz, y muerte en vez de vida eterna.
Además de la sentencia de muerte eterna siendo pasada a todos los seres humanos, una naturaleza pecaminosa y hostil también fue pasada a toda la humanidad. El apóstol Pablo describe la hostilidad de la naturaleza humana contra Dios y Su ley: “¡Porque la mente carnal es enemistad contra Dios, porque no esta sujeta a la ley de Dios; ni en verdad puede estarlo.!” (Romanos 8:7). Pablo llama esta naturaleza carnal la cual esta inherente en nosotros mismos como la “ley de pecado y muerte” (Romanos 7:21-8:2).
Jesucristo también reveló que la naturaleza humana es inherentemente mala: “Porque desde adentro, desde los corazones de los hombres, salen malos pensamientos, adulterios, fornicaciones, asesinatos, robos, codicias, maldades, engaño, libertinaje, un ojo malo, blasfemia, orgullo, tonterías; TODOS ESTOS MALES SALEN DESDE ADENTRO Y PROFANAN AL HOMBRE.” (Marcos 7:21-23).
Toda la humanidad desde el tiempo de Adán y Eva—en cada era, civilización y sociedad—¡ha rechazado el camino de Dios! Las únicas excepciones son los pocos a quienes Dios personalmente llamó y quienes respondieron escogiendo amar y obedecer a Dios.
Todo aquel que es personalmente e individualmente llamado por Dios debe ESCOGER servirlo y caminar en Su camino. Dios nunca OBLIGARÁ a alguien a amarlo y obedecerlo. Debemos LIBREMENTE ESCOGER amar y obedecer a Dios con todos nuestros corazones y mentes.
Porque Adán y Eva escogieron DESOBEDECER a Dios, y NO obedecieron Su mandato, ellos perdieron la bendición y gracia de Dios, e incurrieron en el juicio de Dios. ¡Pero el hecho de que Dios retirara Su gracia de Adán y Eva, y trajera juicio sobre toda la humanidad, no significa que el carácter y naturaleza de Dios hayan cambiado! ¡De ninguna manera! ¡Dios era y es siempre el mismo! Dios aún era un Dios de AMOR. Dios aún era un Dios de GRACIA. Aún mientras Él estaba pronunciando sentencia sobre Adán y Eva por sus pecados, Dios profetizó del venidero Salvador y la gracia que vendría para toda la humanidad a través de Jesucristo (Génesis 3:15).
Después que Adán y Eva perdieron su estado de gracia, fueron expulsados del Jardín del Edén. Al removerlos del Edén, Dios los separó del acceso al árbol de vida. A pesar del hecho que Adán y Eva habían pecado, y que la humanidad en general fue separada del camino a la vida eterna, ¡Dios todavía otorgó Sus bendiciones y gracia a aquellos pocos que verdaderamente lo buscaban y lo amaban! Abel, Enoc, y Noé fueron bendecidos por Dios y aceptados por El, obteniendo GRACIA a Su vista. Las Escrituras registran que Abel era justo a los ojos de Dios (Génesis 4:4, Hebreos 11:4). Enoc caminó con Dios y agradó a Dios (Génesis 5:22, 24; Hebreos 11:5). El Nuevo Testamento confirma que estos dos hombres justos serán resucitados a vida eterna, junto con Noé y otros hombres y mujeres fieles del Antiguo Testamento cuyos actos justos son descritos en Hebreos 11.
En los tiempos del Antiguo Testamento, solamente unos pocos fieles recibieron la gracia de Dios hacia salvación. El pecado y rebelión de Adán y Eva separó a la humanidad de la salvación y vida eterna “hasta que la Semilla viniera a quien la promesa fue hecha…” (Gálatas 3:19). La inmensa mayoría de descendientes de Adán y Eva no tenían esperanza de vida eterna hasta la venida del profetizado Salvador, cuando la plenitud de la gracia de Dios hacia salvación se hizo disponible para todos aquellos que fueron llamados por Dios (Hechos 2:38-39). Como el apóstol Pablo escribió, “Porque Dios los ha entregado a todos a la incredulidad para que pudiera [después, conforme a Su plan y propósito] mostrar misericordia a todos” (Romanos 11:32).
Como resultado de estar separado de Dios por escoger el camino de pecado y muerte bajo la influencia de Satanás el diablo, la humanidad antes del diluvio llegó a estar saciada de mal, con maldad y violencia. “Y el SEÑOR vio que la iniquidad del hombre era grande sobre la tierra, y cada imaginación de los pensamientos… [e intenciones]… de su corazón era solo el mal continuamente. Y el SEÑOR se arrepintió de haber hecho hombre sobre la tierra, y El fue afligido en Su corazón.... Entonces la tierra también estaba corrupta delante de Dios, y la tierra estaba llena con violencia. Y Dios miró sobre la tierra, y he aquí, estaba corrupta—porque toda carne había corrompido sus caminos sobre la tierra. Y Dios dijo a Noé, ‘El fin de toda carne ha venido delante de Mi, porque la tierra está llena con violencia por causa de ellos. Y, he aquí, Yo los destruiré con la tierra’” (Génesis 6:5-6, 11-13).
Noé halló gracia
En medio de esa sociedad pecaminosa y corrupta, solo un hombre permaneció fiel a Dios y halló gracia a Su vista. “Pero Noé halló gracia a los ojos del SEÑOR...Noé fue un hombre JUSTO y perfecto… [esto es, espiritualmente sincero y maduro]… en sus generaciones, porque Noé CAMINÓ CON DIOS” (Génesis 6:8-9). Al registrar que Noé caminaba con Dios, las Escrituras dejan claro que él estaba humildemente y mansamente obedeciendo a Dios. Él estaba caminando “en el camino del Señor.”
Aquí hay una verdad bíblica profunda: ¡LA GRACIA NUNCA PUEDE SER IMPUTADA SIN OBEDIENCIA Y ARREPENTIMIENTO! Noé halló gracia porque él voluntariamente amó a Dios, caminó con Dios, sirvió y obedeció a Dios. Noé también enseñó a otros acerca del camino de Dios. El Nuevo Testamento registra que Noé era un “predicador de justicia” (II Pedro 2:5).
Dios extendió Su gracia a Noé porque él amaba la justicia y voluntariamente obedeció los mandamientos de Dios. Noé pudo permanecer en la gracia y favor de Dios porque él diligentemente obedeció a Dios en todo. Después que Dios le dio las instrucciones para construir el arca, está registrado, “Noé hizo así, conforme a todo lo que Dios le ordenó, así él hizo.” (Génesis 6:22) Cuando el arca fue completada, Dios le dio más instrucciones acerca de los animales. De nuevo se registra, “Y NOÉ HIZO conforme a TODO lo que el SEÑOR le ordenó” (Génesis 7:5).
¡Piense por un minuto! Si Dios estaba preparándose para destruir toda vida a causa del pecado y maldad de los seres humanos, ¿Piensa usted que Noé habría continuado recibiendo la misericordia de Dios, la gracia salvadora, si él también hubiera pecado con el resto de la humanidad (el pecado es ilegalidad—I Juan 3:4), o si hubiera tomado parte en la corrupción y violencia que llenaba al mundo?
¡La repuesta es un retundo NO! Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia muestra que para recibir y continuar en la gracia y favor de Dios, la obediencia amorosa hacia Dios es requerida.
De la horrible destrucción del diluvio, Dios salvó a Noé y su familia solamente. ¡Esto fue un acto tremendo de GRACIA! ¡Fue una bendición para toda la humanidad! ¡Si no hubiera sido por la GRACIA DE DIOS dada a Noé, ninguno de nosotros estaría vivo hoy! ¡Y si no hubiera sido por la GRACIA que Dios luego extendió a Abraham, ninguno de nosotros tendría una oportunidad para salvación!
Abraham halló gracia
Abraham fue llamado por Dios, lo cuál fue un acto de gracia, y le fue mandado: “…Sal de tu país, y de tu parentela, y de la casa de tu padre a una tierra que Te mostraré. Y haré de ti una gran nación. Y Te bendeciré… [un acto de la GRACIA de Dios]… y haré tu nombre grande. Y SERÁS UNA BENDICIÓN. Y bendeciré a aquellos que te bendigan y maldeciré al que te maldiga. Y en ti TODAS LAS FAMILIAS DE LA TIERRA SERÁN BENDITAS [una profecía de la venidera gracia y salvación a través de Jesucristo.].” (Génesis 12:1-3).
De nuevo, Dios estaba graciablemente dando una bendición a un ser humano que estaba deseando amarlo y obedecerlo. A través del relato bíblico de su vida, se registra que Abraham creyó y obedeció a Dios. Porque él amó a Dios y caminó con Dios, Abraham fue llamado el amigo de Dios. “Y la escritura fue cumplida la cual dice, ‘Entonces Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia… [por la gracia de Dios]…’; y fue llamado un AMIGO DE DIOS.” (Santiago 2:23).
El apóstol Pablo deja claro que Abraham recibió la gracia Dios a través de su fe (Romanos 4:3-5). Pablo describe la justificación de Abraham por la gracia como “la justicia de fe” (versículos 5-8, 13, 16). ¿Significaba esto que el estado de gracia bajo la cual vivió Abraham no le requería guardar los mandamientos de Dios? ¡Pues claro que no! La gracia nunca da licencia o permiso a nadie para ignorar o rechazar los mandamientos y leyes de Dios y cometer pecado—lo cual es ilegalidad (I Juan 3:4). El apóstol Pablo fue inspirado a escribir, “¿Qué diremos entonces? ¿Continuaremos en pecado, para que la gracia pueda abundar? ¡NUNCA PUEDA SER! Nosotros quienes morimos al pecado, ¿Cómo viviremos mas en el?” (Romanos 6:1-2).
¡Ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento nos enseñan que no podemos vivir bajo la gracia de Dios si continuamos viviendo en pecado! ¡Esto fue cierto para Abraham como lo es para nosotros!
En el libro de Génesis, Dios dijo de Abraham, “Porque lo conozco, que él mandará a sus hijos y a su casa después de él, y ellos guardarán el camino del SEÑOR, para hacer justicia y juicio, para que el SEÑOR pueda traer sobre Abraham eso que le ha hablado.” (Génesis 18:19).
Por causa de esa relación íntima basada en amor, gracia y fe, Dios tenía confianza en Abraham. ¡Dios conocía a Abraham, y Abraham conocía a Dios! ¡De eso es todo de lo que se trata la gracia! Debemos llegar a conocer a Dios—Su amor, Su gracia, Su bondad, y Su misericordia.
El acto de gracia de Dios hacía Abraham es un modelo para los cristianos de hoy. Pablo fue inspirado a escribir, “Y si ustedes son de Cristo, entonces son semilla de Abraham, y herederos de acuerdo a la promesa” (Gálatas 3:29). Como Abraham, nosotros podemos llegar a conocer a Dios a través de caminar en obediencia fiel y amorosa a El.
La prueba definitiva de Abraham
¿Cuál fue la prueba definitiva requerida a Abraham para qué las bendiciones de la gracia de Dios fueran pasadas a todas las generaciones? Las Escrituras registran que Dios dio instrucciones a Abraham para sacrificar a su único hijo Isaac, a quien él había recibido como un acto milagroso de gracia por la promesa personal de Dios. Teniendo fe en que Dios era capaz de restaurar a Isaac a vida, Abraham procedió a seguir las instrucciones de Dios. Por su obediencia fiel y voluntaria, Abraham probó que él amaba a Dios más que a cualquier otra persona o cosa en este mundo. “Y vinieron al lugar del cual Dios le había dicho. Y Abraham construyó un altar allí y colocó la madera en orden. Y ató a su hijo Isaac y lo acostó sobre la madera, sobre el altar. Y Abraham estiró su mano y tomó el cuchillo para matar a su hijo. Y el ángel del SEÑOR lo llamó desde los cielos y dijo, ‘¡Abraham! ¡Abraham!’ Y él dijo, ‘Aquí estoy.’ Y El dijo, ‘No coloques tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada, porque ahora se que temes a Dios, viendo que no has retenido a tu hijo, TU ÚNICO HIJO, de Mi.’ ” (Génesis 22:9-12).
Como resultado de la obediencia de Abraham, Dios dio esta bendición y promesa de gracia que vendría: “ ‘Por Mi mismo he jurado,’ dice el SEÑOR, ‘porque has hecho esta cosa, y no has retenido a tu hijo, tu único hijo; Que en bendición Yo te bendeciré, y en multiplicación Yo multiplicaré tu semilla como las estrellas de los cielos, y como la arena la cual esta sobre la orilla del mar. Y tu semilla poseerá la puerta de sus enemigos. Y en tu semilla serán benditas todas las naciones de la tierra, PORQUE HAS OBEDECIDO MI VOZ.’ ” (Génesis 22:16-18).
Abraham continuó en una obediencia amorosa y constante a Dios, y murió en la fe. Después de la muerte de Abraham, Dios pasó Su bendición de gracia a Isaac, “Porque Abraham OBEDECIÓ Mi voz y guardó Mi encargo, Mis mandamientos, Mis estatutos y Mis leyes” (Génesis 26:5). De nuevo, las Escrituras nos enseñan que no puede haber gracia sin obediencia.
El Nuevo Testamento revela que Jesucristo, el Salvador del mundo, es la Semilla prometida de Abraham. “Entonces para Abraham y para su Semilla fueron las promesas habladas. El no dice, ‘y para tus semillas,’ como de muchas; sino como de una, ‘y para tu Semilla,’ la cual es Cristo....Y si ustedes son de Cristo, entonces son semilla de Abraham, y herederos de acuerdo a la promesa” (Gálatas 3:16, 29).
La bendición de gracia a través de la fe en Jesucristo está siendo ahora extendida a todos aquellos a quienes Dios llama. Luego en el plan de Dios, después del regreso de Cristo, ¡la bendición de gracia será extendida al mundo entero!
Lot halló gracia
Después que Dios había manifestado Su gracia a Abraham, Él también mostró Su amorosa misericordia a Lot, sobrino de Abraham. Lot y sus dos hijas solteras fueron salvados por gracia de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Lot supo que fue a través de la misericordia de Dios que se les permitió escapar. Después que los ángeles los dirigieron fuera de la ciudad, el Señor le dijo, “ ‘¡Escapa por tu vida! No mires tras de ti, ni estés en ningún lugar de la planicie. Escapa a la montaña no sea que seas consumido.’ Y Lot les dijo, ‘Oh no, mi SEÑOR, he aquí ahora, tu siervo ha hallado GRACIA a tu vista, y has MAGNIFICADO TU MISERICORDIA, la cual me has mostrado salvando mi vida. Pero no puedo escapar a la montaña, no sea que algún mal me sorprenda y muera. He aquí ahora, ésta ciudad esta cerca para huir, y es pequeña. Oh déjame escapar allí....’ ” (Génesis 19:17-20).
Lot HALLÓ GRACIA a los ojos del Señor, Quien concedió su petición y demoró la destrucción de Sodoma y Gomorra hasta que Lot y sus hijas habían entrado seguros a la ciudad de Zoar. ¡A través de Su gracia, Dios salvó a Lot y sus hijas! Más aún, Dios hubiera salvado de la destrucción a la familia entera de Lot si ellos no hubieran rechazado Su gracia.
Podemos aprender una lección vital del ejemplo de la familia de Lot. ¡La gracia de Dios NO DEBE DE SER TRATADA LIGERAMENTE o a manera de incredulidad, porque esto es en verdad, RECHAZAR la gracia de Dios! Los yernos de Lot murieron porque rechazaron creerle a Lot y trataron el aviso de Dios ligeramente: “Y Lot salió y habló con sus yernos, quienes se casaron con sus hijas, y dijo. ‘Levántense y salgan de este lugar, porque el SEÑOR destruirá esta ciudad.’ Pero para sus yernos el parecía estar bromeando” (Génesis 19:14). Como resultado de su escepticismo, Dios no pudo extender Su gracia a los yernos de Lot ni a sus hijas casadas, las cuales permanecieron en Sodoma con sus esposos.
La esposa de Lot también rechazó la gracia de Dios a través de su incredulidad y desobediencia. Cuando ella estaba saliendo de Sodoma, miró hacia atrás, desobedeciendo de este modo las instrucciones de Dios dadas a través de Sus ángeles. Dado que ella rechazó la misericordia por desobediencia, fue transformada en una columna de sal. “Pero su esposa miró hacia atrás desde detrás de él, y se convirtió en una columna de sal.” (Génesis 19:26).
¡Nadie puede tentar a Dios, rechazando Su bondad y misericordia por incredulidad, sin cosechar Su justa ira! Los cristianos de hoy que están anticipando el graciable hecho de Dios de salvarlos de la venidera destrucción mundial deberían prestar atención a la advertencia de Jesús “Acuérdense de la esposa de Lot” (Lucas 17:32). A través de su desobediencia, perdió la gracia de Dios y murió.
Moisés halló gracia
Después de los días de Abraham y su hijo Isaac, las bendiciones de Dios fueron pasadas a Jacob, cuyos descendientes crecieron convirtiéndose en las doce tribus de Israel. En su gran misericordia, Dios liberó a los hijos de Israel de su esclavitud en Egipto. Dios levantó a Moisés para dirigirlos hacía la tierra prometida, y Él les dio Sus mandamientos y leyes para que ellos pudieran continuar recibiendo Sus bendiciones y gracia.
Moisés halló gracia en los ojos de Dios, cuando rogó a Dios por los hijos de Israel después de sus pecados gravosos de libertinaje e idolatría, los cuales habían cometido mientras Moisés estaba recibiendo la ley en el Monte Sinaí por cuarenta días y cuarenta noches.
“Y Moisés dijo al SEÑOR, ‘He aquí, Tu me dices, “Saca este pueblo.”.... Aún así has dicho, “Te conozco por nombre, y también has hallado gracia a Mi vista.” Entonces por tanto, Te ruego, si he hallado gracia a Tu vista, hazme ver ahora Tu camino, para que pueda conocerte, para que pueda hallar gracia a Tu vista. Y considera que esta nación es Tu pueblo.’…Porque ¿Cómo será conocido que Tu pueblo y yo hemos hallado gracia a Tu vista?” (Éxodo 33: 12-13,16).
Moisés estaba rogándole a Dios Su gracia y Su presencia para dirigir a los hijos de Israel a la tierra prometida. “Y el SEÑOR le dijo a Moisés, ‘También haré esta cosa que has hablado, porque has hallado gracia a Mi vista, y te conozco por nombre.’ ” (versículo 17).
Después de prometerle a Moisés que vería un vislumbre de la gloria de Dios, viendo solamente Su espalda, Dios mandó a Moisés alisar otras dos tablas de piedra, como las primeras, y venir a reunirse con Dios de nuevo en el Monte Sinaí. “Y el SEÑOR descendió en la nube, y estuvo con él allí, y proclamó el nombre del SEÑOR.
Y el SEÑOR pasó por delante de él y proclamó, ‘EL SEÑOR, EL SEÑOR DIOS, MISERICORDIOSO Y GRACIABLE, PACIENTE, Y ABUNDANTE EN BONDAD Y VERDAD, guardando misericordia hasta la milésima generación, perdonando iniquidad y transgresión y pecado…”(Éxodo 34:5-7).
El Señor Dios del Antiguo Testamento se reveló a Moisés como un Dios de MISERICORDIA y GRACIA—no como el Dios riguroso e iracundo que los teólogos a través de los siglos han representado en sus vistas distorsionadas del Antiguo Testamento. Estos versículos en el Antiguo Testamento describen la propia naturaleza y carácter de Dios, la cuál es la misma eternamente. “Porque Yo soy el SEÑOR, Yo no cambio.” (Malaquías 3:6).
Dios el Padre y Dios el Hijo, quienes eran ambos conocidos como “El SEÑOR” en los tiempos del Antiguo Testamento, han compartido siempre la misma naturaleza divina amorosa y misericordiosa. “Todo buen acto de dar y todo regalo perfecto es de arriba, descendiendo del Padre de luces, con Quien no hay variación, ni sombra de inflexión.” (Santiago 1:17). “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por siempre.” (Hebreos 13:8). ¡El Señor del Antiguo Testamento que se reveló a Moisés, es el mismo Dios misericordioso que llegó a ser el Señor del Nuevo Testamento!
El amor de Dios hacia el Israel antiguo
A pesar de los incontables pasajes en el Antiguo Testamento los cuales revelan el profundo amor y la gracia magnifica de Dios, ¡la mayoría de las personas ven al Dios de Israel como un Dios rencoroso, vengativo, de ira y destrucción! Por siglos, ministros y maestros han dirigido al mundo que profesa ser cristiano a creer que un Dios rígido e implacable le dio a Israel leyes restrictivas y ásperas que eran una carga y una maldición. ¡Su Biblia revela lo contrario!
Moisés les dijo a los hijos de Israel justo antes que entraran en la tierra prometida, “Y el SEÑOR nos ordenó hacer todos estos estatutos—para temer al SEÑOR nuestro Dios SIEMPRE PARA NUESTRO BIEN para que pudiera preservarnos vivos, como hoy. Y será justicia para nosotros si observamos hacer todos estos mandamientos delante del SEÑOR nuestro Dios como nos ha ordenado.” (Deuteronomio 6:24-25).
Dios se reveló como un Dios de amor y misericordia en el pacto que Él estableció con Israel y las bendiciones que Él prometió por la obediencia. “El SEÑOR no colocó Su amor sobre ustedes ni los escogió porque fueran más en numero que cualquier pueblo, porque ustedes eran los mas pocos de todos los pueblos. Sino porque el SEÑOR LOS AMÓ y porque guardaría el juramento que había jurado a sus padres.... Por tanto, sepan que el SEÑOR su Dios, El es Dios, el DIOS FIEL Quien GUARDA EL PACTO y misericordia… [la cual viene de Su gracia]… con aquellos que Lo AMAN y guardan SUS MANDAMIENTOS, HASTA MIL GENERACIONES.... Y sucederá, si ustedes escuchan estos juicios para guardarlos y practicarlos, entonces el SEÑOR su Dios guardará con ustedes el PACTO y la MISERICORDIA la cual juró a sus padres. Y LOS AMARÁ Y BENDECIRÁ Y MULTIPLICARÁ. El también bendecirá el fruto de su vientre, y el fruto de su tierra, su grano, y su vino, y su aceite, el incremento de su ganado y los rebaños de sus ovejas, en la tierra la cual juró a sus padres darles. SERÁN BENDECIDOS SOBRE TODO PUEBLO...” (Deuteronomio 7:7-9, 12-14). ¡Estas son en verdad maravillosas promesas de las bendiciones de Dios! Si Israel hubiera guardado el pacto de Dios y obedecido, Dios los habría bendecido sobre todas las otras naciones.
Dios mismo amó a los hijos de Israel y les ordenó que Lo amaran. “Oye, Oh Israel. Nuestro único Dios es el SEÑOR, el SEÑOR. Y amarán al SEÑOR su Dios con todo su corazón y con toda su alma y con toda su fuerza” (Deuteronomio 6:4-5).
Jesucristo, Quien fue el Señor Dios de Israel antes de venir en la carne como el Hijo de Dios, enseñó que todos los mandamientos y leyes de Dios están basados en el amor. En repuesta a la pregunta sobre cuál de los mandamientos era el más grande, Jesús contestó, “ ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.’ Este es el primero y más grande mandamiento; y el segundo es como este: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas.” (Mateo 22:37-40).
Dios ha deseado siempre una amorosa obediencia de corazón. En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios mandó a los hijos de Israel que demostrarán su amor por El caminando continuamente en Su camino de vida. “Y entonces, Israel, ¿Qué requiere de ustedes el SEÑOR su Dios, sino temer… [con reverente temor]… al SEÑOR su Dios, caminar en todos Sus caminos, y amarlo, y servir al SEÑOR su Dios con todo su corazón y con toda su alma, guardar los mandamientos del SEÑOR, y Sus estatutos los cuales yo les ordeno hoy para su bien? He aquí, el cielo y el cielo de los cielos pertenecen al SEÑOR su Dios, la tierra también, con todo lo que esta en ella. Solamente el SEÑOR tuvo deleite en sus padres para amarlos, y escogió su semilla después de ellos, ustedes sobre todo pueblo, como lo es hoy. Por tanto, circunciden el prepucio de su corazón, y ya no sean de duro cuello, porque el SEÑOR su Dios es Dios de dioses, y Señor de señores, un gran Dios, el poderoso e imponente Dios Quien no hace acepción de personas...Temerán al SEÑOR su Dios, Le servirán, se aferrarán a El, y jurarán por Su nombre. El es su alabanza, y El es su Dios, Quien ha hecho por ustedes estas grandes y asombrosas cosas las cuales sus ojos han visto” (Deuteronomio 10:12-21).
A través de todo el Antiguo Testamento, como esta registrado en la Ley, los Profetas y los Salmos, Dios manifestó Su amor y misericordia hacia los hijos de Israel. Ellos debían a su vez amarlo, guardar Sus mandamientos y caminar en Sus caminos.
Las dos opciones dadas a Israel:
Obediencia y vida, o desobediencia y muerte
Así como a Adán y Eva, Dios puso delante los hijos de Israel dos caminos para vivir—y ellos tenían que hacer una elección. Por un lado, Él puso delante de ellos Su camino de vida y bien; y por otro lado, sus propios caminos de muerte y mal. “He aquí, he colocado delante de ustedes en este día vida y bien, y muerte y mal, en que les mando en este día amar al SEÑOR su Dios, caminar en Sus caminos, y guardar Sus mandamientos y Sus estatutos y Sus juicios para que puedan vivir y multiplicarse. Y el SEÑOR su Dios los bendecirá en la tierra donde van a poseerla.” (Deuteronomio 30:15-16).
Está muy claro que Dios amaba a los hijos de Israel y deseaba bendecirlos, así como deseaba que ellos a su vez Lo amaran, sirvieran y obedecieran. Pero Dios también dejó claro que ellos tenían que responderle amándolo y escogiendo guardar Sus mandamientos en vez de su propia libre voluntad.
Dios avisó a los hijos de Israel que si ellos no escogían amarlo y obedecerlo, y en su lugar escogían sus propios caminos y servían a otros dioses, el resultado sería muerte y mal. “Pero si su corazón se aparta, así no escucharán, sino serán arrastrados y adorarán otros dioses y los servirán, yo les denuncio en éste día que ciertamente morirán; no prolongarán sus días sobre la tierra a donde pasan sobre el Jordán para ir a poseerla. Yo llamo al cielo y a la tierra para registrar este día contra ustedes que he colocado delante de ustedes vida y muerte, bendición y maldición. Por lo tanto, escojan vida, para que ambos ustedes y su semilla puedan vivir, para que puedan amar al SEÑOR su Dios, y puedan obedecer Su voz, y puedan unirse a El; porque El es su vida y la longitud de sus días, para que puedan habitar en la tierra la cual el SEÑOR juró a sus padres—a Abraham, a Isaac, y a Jacob—dárselas.” (Deuteronomio 30:17-20).
El amor y misericordia de Dios no abroga Su juicio
Porque Dios es amor, Él es graciable y misericordioso. Pero la Biblia revela que Dios puede y ejecuta juicio y venganza. Como Dios, Creador y Legislador, sólo Él tiene el poder y prerrogativa de hacerlo. ¡Por tanto cuando la gente peca, Dios debe juzgar!
Dios específicamente avisó a Israel que ejecutaría juicio por sus pecados. Esto es claramente revelado en el segundo mandamiento: “No harán imagen esculpida para si mismos de cualquier semejanza de cualquier cosa que esta en los cielos arriba, o en la tierra abajo, o en las aguas debajo de la tierra. No se inclinarán ustedes a ellas, ni las servirán. Porque Yo, el SEÑOR su Dios, soy un Dios celoso, visitando la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que Me odian, pero mostrando firme amor… [a través de Su gracia]… a miles de aquellos que Me aman y guardan Mis mandamientos.” (Deuteronomio 5:8-10).
Previendo un tiempo cuando los pecados de los hijos de Israel llegarían a ser grandes, Dios profetizó, “Venganza y retribución Me pertenecen. Su pie resbalará a tiempo, porque el día de su calamidad esta a la mano, y las cosas que vendrán sobre ellos se dan prisa.” (Deuteronomio 32:35).
Dios ejecuta Su juicio como un último recurso para traer a los pecadores al arrepentimiento, para que Él los pueda perdonar. Cuando es entendido correctamente, aún el castigo y corrección que Dios administra es, en efecto, una ACCIÓN DE AMOR Y GRACIA. ¡A lo largo del curso de la historia, los únicos que han experimentado la furia completa de la ira de Dios han sido los pecadores impenitentes y los que aborrecen a Dios!
Dios siempre ha estado deseoso de bendecir los seres humanos porque los ama. Aunque Dios no está llamando a muchos a salvación en este momento, Él desea que la vida vaya bien para la gente de la presenta era. En efecto, Dios no se deleita en la muerte del malvado, aunque Él muestra que ellos han ganado la muerte como paga por sus pecados. “ ‘Porque no tengo deleite en la muerte de aquel que muere,’ dice el Señor DIOS. ‘Por tanto vuélvanse ustedes mismos… [a través de arrepentimiento sincero]… y vivan.’” (Ezequiel 18:32).
El Ejemplo del Pecado y Arrepentimiento del Rey Acab
A pesar de todas las bendiciones que Dios había otorgado sobre Israel, el corazón del pueblo pronto cambió para adorar otros dioses. Como parte del juicio de Dios sobre Israel, la nación fue mas tarde dividida en los reinos de Israel y Judá. Muchos de los reyes que gobernaron estos reinos dirigieron al pueblo aún más profundo en el pecado e idolatría. El más notorio de estos reyes malos fue Acab, quien gobernó el reinó de Israel en los días de Elías.
El profeta Elías fue enviado en una misión especial para pronunciar el juicio de Dios de muerte y destrucción inminente contra el Rey Acab y su malvada esposa Jezabel, hija del sacerdote de Baal, por sus graves pecados. “Y le hablarás, diciendo, ‘Así dice el SEÑOR, “¿Has matado y también tomado posesión?” ’ Y le hablarás diciendo, ‘Así dice el SEÑOR, “En el lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, perros lamerán tu sangre, incluso la tuya.” ’ ” (I Reyes 21:19).
Cuando Elías fue a Acab y pronunció el juicio de Dios contra él, Acab le dijo a Elías, “Y Acab dijo a Elías, ‘¿Me has encontrado, Oh mi enemigo?’ Y él respondió, ‘Te he encontrado porque te has vendido a ti mismo para obrar el mal a la vista del SEÑOR. “He aquí, traeré mal sobre ti, y te barreré completamente, y cortaré de Acab a aquel que orina contra el muro, esclavo y libre en Israel. Y haré tu casa como la casa de Jeroboam el hijo de Nabat, y como la casa de Baasa el hijo de Ahías, por la provocación con la cual Me has provocado a ira, y hecho pecar a Israel.” Y el SEÑOR también habló de Jezabel diciendo, “Los perros comerán a Jezabel en el muro de Jezreel.” Quien muera de Acab en la ciudad, los perros lo comerán. Y quien muera en el campo, las aves del aire lo comerán.’ Pero no hubo nadie como Acab, quien se vendió a si mismo para obrar maldad a la vista del SEÑOR, a quien Jezabel su esposa incitaba. E hizo muy abominablemente siguiendo ídolos, de acuerdo a todo lo que los Amorreos hicieron, a quienes el SEÑOR echó delante de los hijos de Israel.” (versículos 20-26).
Mientras es cierto que el juicio de Dios es siempre seguro y nunca falla, también es cierto que Dios desea y mira el arrepentimiento, para poder otorgar Su misericordia en vez de juicio y destrucción.
Aunque Acab fue uno de los más viles y malvados pecadores en toda la historia de los reyes de Israel, él no tomó el aviso de Dios ligeramente. ¡Note la reacción de Acab a la poderosa sentencia de condenación y muerte de Dios por boca del profeta Elías! “Entonces sucedió que cuando Acab escuchó estas palabras, rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, y ayunó y se tendió en cilicio y caminó suavemente.” (versículo 27).
¡Que arrepentimiento! ¡Que cambio de corazón, acompañado por ayuno y lamentación! Porque Acab se humilló y se arrepintió, Dios demoró la ejecución de Su juicio. “Y la palabra del SEÑOR vino a Elías el Tisbita, diciendo, ¿Ves como Acab se humilla a si mismo delante de Mi? Porque se humilla a si mismo delante de Mi, no traeré el mal en sus días. Sino en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa.” (versículos 28-29).
Este pasaje bíblico es muy instructivo porque muestra que cuando una persona escoge arrepentirse, incluso uno tan malvado como Acab, Dios honra ese arrepentimiento. Después de los días de Acab, Dios honró también el arrepentimiento de Manasés, uno de los más malvados reyes de Judá, y lo restauró a su trono (II Crónicas 33:1-13). El Antiguo Testamento muestra que Dios siempre honra el verdadero arrepentimiento de corazón.
El Ejemplo de Nínive
Mientras Dios particularmente trató con Israel y Judá como Su pueblo escogido, el Antiguo Testamento muestra que Dios también honró el arrepentimiento de los gentiles que se humillaban delante de Él. El libro de Jonás nos da un registro del juicio de Dios contra Asiria y de su arrepentimiento cuando escucharon el aviso de Dios a través de Jonás. Viendo su arrepentimiento, Dios difirió la ejecución de Su juicio. “Y el pueblo de Nínive… [capital de Asiria]… creyó a Dios. Y proclamaron un ayuno, y se pusieron cilicio, desde el más grande de ellos incluso hasta el menor de ellos, porque palabra vino al rey de Nínive, y se levantó de su trono. Y dejó a un lado su manto, y se cubrió a si mismo con cilicio, y se sentó en cenizas. E hizo que fuera proclamado y publicado a través de Nínive por el decreto del rey y sus grandes, diciendo, ‘No prueben nada hombre o bestia, manada o rebaño; no los alimenten, ni beban agua. Sino que hombre y animal sea cubierto con cilicio, y griten poderosamente a Dios. Y cada uno vuélvase de su mal camino, y de la violencia que está en sus manos. ¿Quién sabe? Dios puede arrepentirse, y puede tener compasión y apartarse de Su feroz ira, para que no muramos.’ Y Dios vio sus obras, que ellos se volvieron de su mal camino. Y Dios se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo” (Jonás 3:5-10).
Sí, el Señor Dios del Antiguo Testamento, Quien luego llegó a ser Jesucristo del Nuevo Testamento, era un Dios de misericordia y amorosa amabilidad. Él extendió gracia y perdón a todos aquellos que se arrepentían, israelitas, judíos o gentiles. Este registro en el libro de Jonás es muy significativo porque muestra que Dios ha siempre requerido que todas las naciones—no solamente Israel y Judá—guarden Sus mandamientos. ¡El carácter de Dios NUNCA cambia!
El significado de la gracia en el Antiguo Testamento
Como hemos visto, Dios extendió Su gracia gratuitamente a los individuos y naciones que humildemente buscaban Su favor en los tiempos del Antiguo Testamento. Dios otorgó Su gracia a Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, los hijos de Israel, los Ninivitas, David, y aún a los reyes Acab y Manases cuando se arrepintieron de sus maldades. Las Escrituras también registran la gracia y bendiciones de Dios a aquellas mujeres que buscaron Su favor, incluyendo Sara, la esposa de Abraham, (Génesis 21:6-7, Hebreos 11:11), Rut la Moabita (Rut 1:16; 2:12), y Ana, la madre de Samuel (I Samuel 1:10-19).
Todo el Antiguo Testamento es una demostración de la graciable amabilidad y misericordia de Dios. Sin embargo, la gracia y misericordia la cual Dios otorgó durante los tiempos del Antiguo Testamento fue en la mayoría de los casos limitada a la salvación física y las bendiciones materiales. Las Escrituras revelan que solamente unos pocos en los tiempos del Antiguo Testamento recibieron el Espíritu Santo de Dios y les fue otorgada la gracia de Dios para la salvación eterna. No obstante, las bendiciones y gracia de Dios fueron extendidas generosamente en el reino físico para aquellos que amaron a Dios y guardaron Sus mandamientos. Misericordia y perdón fue extendido a todos aquellos que se arrepintieron de corazón.
El Antiguo Testamento es la historia de aquellos que buscaron a Dios con todos sus corazones, y recibieron la gracia y bendición de Dios, opuesto a aquellos que rechazaron la gracia y bendición de Dios, y amontonaron castigo e ira por sus pecados gravosos.
La gracia revelada en el Libro de los Proverbios
¿Qué revela el libro de los Proverbios acerca de la gracia de Dios? El libro de los Proverbios está diseñado para mostrarnos como recibir las bendiciones y gracia de Dios en nuestras vidas diarias. Cuando aprendemos a vivir en el camino de Dios, recibimos Su gracia y favor en todo lo que colocamos en nuestras manos para hacer.
El libro de los Proverbios nos da entendimiento sobre la gracia de Dios bajo el Antiguo Pacto así como percepción de la gracia que Él ofrece bajo el Nuevo Pacto:
“Los proverbios de Salomón el hijo de David, rey de Israel: Para conocer sabiduría e instrucción; para percibir las palabras de entendimiento;…Un hombre sabio escuchará e incrementará el aprendizaje, y un hombre de entendimiento alcanzará sabio consejo...El temor… [reverente y amoroso]… del SEÑOR es el comienzo del conocimiento, pero los tontos… [quienes rechazan el amor y bendiciones de Dios]… desprecian la sabiduría e instrucción. Mi hijo, escucha la instrucción de tu padre y no abandones la ley de tu madre, PORQUE SERÁN… [todas las instrucciones, mandamientos, estatutos y leyes de Dios]… UN ADORNO DE GRACIA a tu cabeza, y cadenas… [de bendiciones de Dios]… alrededor de tu cuello” (Proverbios 1:1-9).
¡Contrario a las enseñanzas de los teólogos seudo-cristianos, las leyes y mandamientos de Dios no son contrarias a la gracia! En vez de esto, son esenciales para recibir la gracia y favor de Dios, justo como el libro de los Proverbios revela.
El libro de los Proverbios deja claro que Dios extiende Su gracia a aquellos que demuestran su fe y amor hacia Él de todo corazón guardando Sus mandamientos. “Mi hijo, no olvides mi ley, sino tu corazón guarde mis mandamientos; porque añadirán longitud de días, y larga vida, y paz, para ti. No dejes que la misericordia y verdad te abandonen; átalas alrededor de tu cuello; escríbelas sobre la tableta de tu corazón; y así hallarás favor… [gracia]… y buen entendimiento a la vista de Dios y del hombre. Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos reconócelo, y El dirigirá tus senderos.” (Proverbios 3:1-6).
Estos versículos en libro de los Proverbios muestran que Dios quiere que le respondamos con amorosa obediencia basada en la fe y confianza completa en Su gracia. Aquí en el Antiguo Testamento hay un anuncio de las enseñanzas del Nuevo Testamento de la gracia de Dios para salvación eterna a través de la fe en Jesucristo.
Los Proverbios confirman que la fe y la obediencia trabajan juntas en la vida de cada creyente para mantenerlo en continua gracia y favor con Dios. Esta verdad es revelada en los escritos del Antiguo Testamento, así como en el Nuevo Testamento.
Los Salmos ilustran el arrepentimiento requerido
para recibir la gracia de Dios
En toda la Escritura, es claro que Dios extiende Su gracia solamente hacia aquellos que manifiestan una ACTITUD DE CORAZÓN Y MENTE humilde y arrepentida hacia Él. Dios inspiró al profeta Isaías a revelar el espíritu arrepentido y rendido que Él siempre requiere de una persona antes que de extender Su gracia y bondad: “... Pero a éste miraré, a aquel que es de espíritu pobre y arrepentido y que tiembla a Mi Palabra” (Isaías 66:2).
Este principio es amplificado a través del libro de los Salmos. Los Salmos están llenos de descripciones maravillosas del amor de Dios, misericordia y gracia, y la aceptación de Dios de aquellos que se arrepienten verdaderamente y se humillan delante de Él.
Una de las más sentidas expresiones de arrepentimiento es encontrada en el Salmo 51, donde David confiesa sus pecados a Dios y suplica Su perdón. Cuando el rey David se arrepintió de matar a Urías el Heteo, y de su relación adultera con la esposa de Urías, Betsabé, David se arrepintió con todo su corazón. El rogaba, “Ten misericordia de mi, Oh Dios, de acuerdo a Tu bondad; de acuerdo a la multitud de Tus tiernas misericordias, borra mis transgresiones. Lávame totalmente de mi iniquidad, y límpiame de mi pecado, porque reconozco mis transgresiones, y mí pecado esta siempre delante de mí. Contra Ti, contra Ti solamente, he pecado, y he hecho mal a Tu vista, para que pudieras ser justificado cuando hablas...He aquí, Tú deseas verdad en las partes internas; y en la parte oculta Me harás conocer sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve...Oculta Tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades. Crea en mí un corazón limpio, Oh Dios, y renueva un espíritu firme dentro de mí. No me eches de Tu presencia, y no saques Tu Santo Espíritu de mi.” (Salmos 51:1-11). Por el arrepentimiento de David, Dios en Su gracia misericordiosa oyó y contestó la oración de David, y los pecados de David fueron perdonados.
El Salmo 86 es otra oración de David el cual muestra la gracia generosa y el perdón de Dios hacía aquellos que se arrepienten de sus pecados: “Inclina Tu oído… [inclinar para oír, para perdonar y bendecir, es una acción de gracia]…, Oh SEÑOR, escúchame, porque soy pobre y necesitado. Preserva mi alma, porque soy santo; Oh Tu mi Dios, salva a Tu siervo que confía en Ti… [gracia salvadora]... Se misericordioso conmigo, Oh SEÑOR, porque Te suplico diariamente. Alegra el alma de Tu siervo, porque a Ti, Oh SEÑOR, levanto mi alma. Porque Tu, SEÑOR, eres bueno y LISTO PARA PERDONAR, Y RICO EN MISERICORDIA PARA TODOS AQUELLOS QUE TE INVOCAN. Da oído, Oh SEÑOR, a mi oración, y atiende a la voz de mis suplicas. En el día de mi problema Te invocaré, porque Tú me responderás...Porque eres grande y haces cosas maravillosas; Tu solo eres Dios. Enséñame Tu camino, Oh SEÑOR; caminaré en Tu verdad; mi corazón se alegra de temer Tu nombre. Te alabaré, Oh SEÑOR mi Dios, con todo mi corazón, y glorificaré Tu nombre por siempre, porque grande es Tu misericordia hacia mi.... Pero Tú, Oh SEÑOR, eres un Dios LLENO DE COMPASIÓN Y GRACIABLE, PACIENTE Y ABUNDANTE EN FIRME AMOR Y VERDAD. Oh, vuélvete a mi, y ten misericordia de mi...” (Salmo 86:1-7,10-13,15-16).
La misma actitud de amor y arrepentimiento hacia Dios es expresado en las palabras de David en el Salmo 103: “Bendice al SEÑOR, Oh mi alma; y todo lo que esta dentro de mi, bendiga Su santo nombre. Bendice al SEÑOR, Oh mi alma, y no olvides todos Sus beneficios; Quien perdona todas tus iniquidades, Quien sana todas tus enfermedades, Quien redime tu vida de destrucción, Quien te corona con bondad y tiernas misericordias...El SEÑOR es MISERICORDIOSO Y GRACIABLE, lento para la ira, y abundante en firme amor...No ha tratado con nosotros de acuerdo a nuestros pecados, ni nos ha recompensado de acuerdo a nuestras iniquidades. Porque como los cielos están alto sobre la tierra, así es Su misericordia hacia aquellos que Le temen… [temor reverente]... Tan lejos como el oriente esta del occidente, así de lejos ha removido nuestras transgresiones de nosotros. Como un padre tiene compasión sobre sus hijos, así el SEÑOR tiene compasión sobre aquellos que Le temen. Porque El conoce nuestra estructura; El recuerda que somos polvo...Pero el firme amor del SEÑOR es desde la eternidad hasta la eternidad sobre aquellos que Le temen, y Su justicia es hacia los hijos de los hijos. Para aquellos que guardan Su pacto, y para aquellos que recuerdan Sus mandamientos para hacerlos.” (Salmo 103:1-4, 8,10-14,17-18).
Muchos de los Salmos recuentan las abundantes bendiciones, bondades y misericordias que Dios otorgó sobre los hijos de Israel, así como Su justo castigo cuando ellos abandonaron Su pacto con Él y quebrantaron Sus mandamientos. Algunos de estos Salmos ofrecen oraciones de arrepentimiento y súplicas por misericordia renovada hacia Israel. Otros Salmos están totalmente llenos con palabras de alabanza y gratitud—alabando a Dios por Su misericordia abundante y Su graciable bondad no solo hacia los hijos de Israel sino hacia cada individuo que humildemente busca Su perdón, misericordia, bondad y favor.
Los profetas describen la gracia de Dios hacia los pecadores arrepentidos
¡Aunque solo unos pocos fueron llamados para recibir la salvación eterna en los tiempos del Antiguo Testamento, la verdad de la Escritura es que Dios trató graciablemente con todos aquellos que Lo buscaban de corazón! ¡Para aquellos que Lo rechazaron y se negaron a guardar Sus mandamientos, vino la ira y juicio justo de Dios! Pero aún así, la mano de Dios siempre estuvo tendida en misericordia, cuando los pecadores se arrepentían y volvían a Él.
El profeta Ezequiel registró la súplica de Dios a Israel: “Echen de ustedes todas sus transgresiones por las cuales han transgredido; y háganse un nuevo corazón y un nuevo espíritu; porque ¿Por que morirán, Oh casa de Israel? Porque no tengo deleite en la muerte de aquel que muere,’ dice el SEÑOR Dios. ‘Por tanto vuélvanse ustedes mismos y vivan.’ ” (Ezequiel 18:31-32).
Dios de nuevo habló Su súplica a Israel, esta vez afirmando Sus palabras por Su propia vida: “...‘Como Yo vivo,’ dice el SEÑOR Dios, ‘No tengo deleite en la muerte del impío, excepto que el impío abandone su camino, y viva. VUÉLVANSE, VUÉLVANSE DE SUS CAMINOS PERVERSOS; porque ¿Por que morirán, Oh casa de Israel?’ ” (Ezequiel 33:11).
Dios declara a través del profeta Joel que aún en el día de la venida del Señor, Dios suplicará al malvado que se arrepienta: “…porque el día del SEÑOR es grande y muy terrible; y ¿Quien puede soportarlo? ‘Por tanto incluso ahora,’ dice el SEÑOR, ‘vuélvanse a Mi con todo su corazón, y con ayuno, y con lamento, y con luto. Sí, desgarren su corazón y no sus vestidos, y vuélvanse al SEÑOR su Dios; porque El es graciable y misericordioso, lento para la ira, y de gran bondad, y se duele de la maldad.” (Joel 2:11-13).
¡A través del Antiguo Testamento, así como del Nuevo Testamento, Dios revela que lo que realmente desea de la humanidad es arrepentimiento y obediencia amorosa! “Busque al SEÑOR mientras pueda ser encontrado; invóquelo mientras esta cerca. EL IMPÍO ABANDONE SU CAMINO, y el hombre injusto sus pensamientos; y VUELVA AL SEÑOR… [a través del arrepentimiento]…, y El tendrá misericordia de él; y a nuestro Dios, porque EL PERDONARÁ ABUNDANTEMENTE” (Isaías 55:6-7). Esta profecía en el libro Isaías fue sin duda usada en los tiempos del Nuevo Testamento cuando los apóstoles predicaron el arrepentimiento, gracia y salvación eterna.
Aunque Dios extendió la oportunidad para la salvación eterna a solo unos pocos antes de la venida de Jesucristo, Dios ha deseado siempre el amor, misericordia y gracia, tal como los profetas del Antiguo Testamento proclamaron. ¡Sus registros de las propias palabras de Dios claramente muestran que todas las acusaciones de que el Señor del Antiguo Testamento era un Dios de ira y venganza son absolutamente falsas!
El Nuevo Testamento revela que aunque los profetas de la antigüedad profetizaron de la venidera gracia, ellos no lo entendieron totalmente. El apóstol Pedro escribió, “Concerniente a tal salvación… [a través de la gracia]… los profetas que profetizaron de LA GRACIA que vendría a ustedes han diligentemente buscado y atentamente preguntado, buscando en que forma y que manera de tiempo estaba indicando el Espíritu de Cristo el cual estaba en ellos, testificando de antemano de los sufrimientos de Cristo, y esas glorias que seguirían; a quienes fue esto revelado, no para si mismos, sino que ellos estuvieron ministrando estas cosas para nosotros, las cuales ahora les han sido anunciadas por aquellos que les han predicado el evangelio por el Espíritu Santo, enviado desde el cielo—dentro de tales cosas los ángeles desean mirar” (I Pedro 1:10-12).
¡Desde Génesis hasta el libro de Apocalipsis, el mensaje de la Escritura a los pecadores es BUSCAR A DIOS y ARREPENTIRSE DEL PECADO, y la graciable misericordiosa de Dios será derramada sobre cada uno! Dios alcanzará con Su bondad, bendición y misericordia a cada hombre y mujer arrepentido.
Este mensaje fue predicado con poder cuando comenzó la iglesia del Nuevo Testamento. Cuando aquéllos que estaban reunidos para la Fiesta de Pentecostés en Jerusalén entendieron que sus propios pecados habían matado a Jesucristo, fueron conmovidos profundamente en sus corazones y mentes y preguntaron a los apóstoles que debían hacer. “Entonces Pedro les dijo, ‘ARREPIÉNTANSE Y SEAN BAUTIZADOS cada uno de ustedes EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO para la remisión de pecados, y ustedes mismos RECIBIRÁN EL REGALO DEL ESPÍRITU SANTO” (Hechos 2:38).
Esta escritura y muchos otros versículos en el Nuevo Testamento dejan claro que bajo el Nuevo Pacto, el Espíritu Santo es un engendramiento de Dios el Padre, que esta disponible para todos aquellos que verdaderamente creen en Jesucristo. Todo aquel que Dios el Padre llame, y que crea, se arrepienta, y acepte a Jesucristo como Salvador personal, y es bautizado por sumersión en agua—en la muerte de Jesucristo—le es otorgado el engendramiento del Espíritu Santo como las arras de la promesa de vida eterna. Bajo el Nuevo Pacto, ¡la gracia de Dios es verdaderamente derramada sobre el creyente en una forma muy profunda! A través de este engendramiento espiritual con el Espíritu Santo de Dios, el verdadero creyente entra en una relación personal con Dios el Padre y su Salvador personal Jesucristo.
En el estudio, La Gracia de Dios en el Nuevo Testamento, discutiremos en mayor detalle el regalo graciable de Dios el Padre y Jesucristo a través del Nuevo Pacto— ¡la temible-inspiradora gracia de Dios que abarca todo hacia la vida eterna!